domingo, 31 de mayo de 2009

Relato histórico de la Novia de Serón.


Un episodio caballeresco, tradicional hoy mismo en Lorca, aparece levemente desfigurado en esta comedia de Lope, por el empeño de atribuir la hazaña a uno del apellido Fajardo. Me refiero a la famosa victoria de los cuarenta y al rapto de la novia de Serón. Consignó por primera vez esta tradición en pésimos metros el ingenioso novelista y admirable escritor en prosa Ginés Pérez de Hita, en cierto poema o más bien crónica rimada que en 1572 compuso con el título de Libro de la población y hazañas de la muy noble y muy leal ciudad de Lorca, y que sin gran mengua de las letras patrias ni del nombre ilustre del autor de las Guerras civiles de Granada, ha permanecido inédito hasta nuestros días, estragándose más y más en las repetidas copias, después de haber servido de fondo principal a la narración en prosa del P. Morote. Refiere, pues, el vate de Mula en el canto XV de su poema, que cuarenta caballeros lorquinos salieron secretamente de su ciudad con intento de correr la frontera de Granada, y llegados a cinco leguas de Baza, entraron por el río de Almanzora, y se emboscaron en unos pinares junto a Serón, esperando que pasase algún moro:Seis días estuvieron aguardandoTan sólo por hacer muy buena presa.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Estando en estas cosas maginando,Unos moros venir ven a gran priesa;Éstos sólo son doce, según cuenta,Que a una novia llevaban su parienta.De Serón estos doce habían salido,Camino van de Baza muy derechos,Mas hales al revés acaecidoDe aquello que pensaban en su pecho,Porque los emboscados han salido,Y les acometieron muy de hecho,Prendieron a los once prestamente,Cautivando a la Mora juntamente.Un moro de los once se fué huyendoCamino de Serón muy prestamente;Doscientos de a caballo muy corriendoSalieron de Serón muy de contado.Los de Lorca se estaban atendiendo,Mostrando cada cual ser muy valiente;Mas Diego López luego ha preguntadoDe dó es aquella gente que ha asomado.Un moro respondió de los cautivos,«Un capitán de Baza allí pareceQue quema a los cristianos casi vivos,Y de ellos hace cuanto le parece:Gustaréis de sus golpes tan esquivos,Que cada cual de vos bien lo merece,Pues habéis a la novia cautivadoY a todo su linaje deshonrado.» Luego, pues, los de Lorca en un momentoAquellos once moros degollaron,Y a los otros les salen al encuentro,Que muy cerquita de ellos allegaron:Dos moros se adelantan de ardimiento:«¿De dónde sois, cristianos?» preguntaron.Respóndeles Morata prestamente:«De Lorca somos todos justamente.Mas (si de ello gustareis) luego entremosEn la cruda batalla y peligrosa,En donde nuestras fuerzas probaremosCon gente que es en guerra valerosa,Y nuestro gran valor os mostraremos,Que sabémoslo hacer en cualquier cosa,Y aunque los que venís sois tres doblados,No os tienen los de Lorca en tres cornados.»Enojado el morisco, muy furiosoRevuelve su caballo prestamente,Y puesto en los estribos valeroso,La lanza le tiró muy crudamente.Morata, que lo vió, fué muy mañoso,Del golpe se guardó ligeramente;Su lanza por un lado ha terceado,Y al moro atravesó por un costado.Cayó del golpe el moro muerto en tierra,Dando muy doloroso y gran gemido;Trabóse en un momento allí la guerra,Y todos los de Lorca han acudido.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Los cuarenta guerreros lorcitanosSe meten en los moros como alanos.Mataron más de veinte en el encuentroRodaba por el suelo la rüina;Espántase de ver tal ardimientoAquella mala gente sarracina;Mostraban los cristianos grande aliento;Cualquier de los cuarenta, determinaEn el asalto ser aventajado,Y mostrarse en el lance señalado.No hubo tempestad tan repentina,Ni truenos tan terribles y espantosos,Ni lluvia que cayese tan aínaDe piedras en los sotos muy frondosos;No causó su furor tanta rüinaComo aquestos cuarenta tan famosos,En aquella tan bruta y vil canalla,Al tiempo que rompieron la batalla.Por medio travesaron la otra parteDel escuadrón morisco tan malvado;Por tierra derribado su estandarte,Que de labores era muy preciado:Aprietan con los moros con tal arte,Que ya el morisco bando está espantado;Mas viendo que son pocos, dan en ellos,Pensando de matallos o prendellos................................................................Mas los de Lorca, diestros en la guerra,Juntos ïban entrando y van saliendo;Muchos moros estaban por la tierra,De golpes muy crueles pereciendo;Sonaba aquel rumor por cualquier parte;Socorro de Serón viene corriendo;Forzoso a los de Lorca es retirarse,Y a un punto todos juntos apartarse................................................................El moro bando piensa muy de verasQue alguna gran celada se aprestaba...Con este gran temor nadie se osabaA los pocos de Lorca el acercarseViendo aquesto la novia, allí lloraba,No pudiendo consigo consolarse,Y dijo: «Caballeros generosos,Mirad que soy mujer: sedme piadosos»...............................................................Tomás Morata dijo prestamente:«Volvamos esta mora, caballeros,Pues no es de gran valor este presente;Mostremos el valor de ser guerreros,Y llévela su esposo justamente;Nosotros no venimos por dineros,Sino por ganar honra eternamente.Mostremos cortesía aquí al presente.»Y los de Lorca, visto ser muy buenoLo que Morata dice, y provechoso,Asieron a la mula por el freno,A do la novia va muy de reposo:Luego al morisco bando sarraceno,El dón le presentaron tan famoso.Quedó el bando morisco allí espantadoDe un hecho de virtud tan señalado.Si los de Lorca dicen son furiososY en casos de la guerra señalados,No menos son, por cierto, virtuosos,Y en casos de virtudes muy preciados.Bien se muestra en tal acto ser famososVarones, en cualquier cosa esforzados.Grande honra han ganado en este díaMostrando su valor y bizarría................................................................Los de Lorca muy luego se volvieronCon honra de aquel hecho bien ganada,Y al río de Almanzora lo corrieron,De do sacaron grande cabalgada;Con la presa en su patria aparecieron,Que aun no sabía Lorca de ellos nada,Hasta verlos entrar con la gran presa,Y holgándose bien todos de la empresa.Quedan en Lorca varios recuerdos de esta hazaña: un cuadro que la representa, en la sala de sesiones del Cabildo municipal, y otra pintura de mano antigua, aunque torpe, en el crucero de la capilla mayor del templo de Nuestra Señora de las Huertas. Cuenta además el P. Morote (y esto no lo dice Pérez de Hita), que agradecida la mora a la cortesía de aquellos caballeros, regaló al que hacía de jefe de ellos (cuyo apellido, según el P. Morote, era Guevara) una rica joya de oro y pedrería, y además la cabezada de la mula en que montaba. «Consérvase hasta hoy (escribía Morote por los años de 1741) la dicha joya y precioso freno, con cuatro borlas de finísima seda azul, con sus cordones notablemente curiosos, y tan finos sus colores, que dudo puedan salir semejantes, en estos tiempos, del tinte. Guárdanles los caballeros Rendones.»Hoy, según testifica el novísimo y bien informado historiador de Lorca, D. Francisco Cánovas y Cobeño, no se conserva ya la joya, pero sí la cabezada o freno, vinculado en la familia de Álvarez Fajardo. Es un curioso ejemplar de las Industrias granadinas, y tiene lindas guarniciones de cobredorado y esmaltes. De esta leyenda, que en nuestros días ha sido cantada en seis romances por el ilustre murciano D. Lope Gisbert, tuvo conocimiento Lope, no sé si por el manuscrito de Ginés Pérez, o por algún otro documento, que no adivino cuál pudiera ser. Pero la transformó, según cuadraba a su intento.

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