miércoles, 23 de septiembre de 2009

Parroquia Arciprestal Ntra. Sra. de la Anunciación de Serón.


Su construcción data del siglo XVII, es un extraordinario edificio en el que confluyen las dos tradiciones arquitectónicas que convivían en aquella época en la zona, la mudéjar, heredera de la tradición islámica, especialmente en su carpintería, y la cristiana presente en los rasgos manieristas en boga en aquellas fechas. Fué declarada monumento histórico-artístico de carácter nacional en 1983. Su interior es diáfano, con esbeltos pilares que confieren al edificio nobles proporciones, la capilla está abovedada, pero la nave central tiene una magnífica armadura de limabordon con motivos de estrellas de ocho puntas y lazo cuadrado decorando el almizate y las parejas de tirantes, todo perfilado con labor de agramilado. Sus portadas presentan idéntico diseño dentro del sobrio clasicismo del primer barroco; ambas son de cantería y su vano de medio punto se enmarca entre columnas toscanas sobre altos plintos, prolongándose la línea de impostas por detrás de ellas; encima de un entablamento, sobre el que se aprecian huellas de un frontón, se corona con el escudo del obispo Portocarrero. La portada lateral cegada, se halla prácticamente deshecha y se completa con el escudo del marqués de Villena. Ambos personajes están ligados a la construcción de este magnífico templo. Fué en 1604 cuando tras una visita del obispo Fray Juan de Portocarrero, éste inició un pleito contra su pariente el Marqués de Villena, por no tener Serón un templo adecuado para el culto, ya que el señor territorial cobraba dos tercios de los diezmos de los infieles que se habían convertido al cristianismo, con la obligación de construir las iglesias necesarias, quedando el tercio restante en manos del obispado y el cabildo. La probanza de la villa de Serón, según precisaron los testigos, los diezmos valdrían: "Un año con otro 1500 ducados, de los cuales llevaría el Marqués los mil y el obispo y el cabildo los restantes" Su edificación se vió jalonada por un rosario de conflictos entre el obispado y el Marqués, ya que en aquellas fechas Serón era capital de una vicaría, la mayor villa del Almanzora y generaba recursos suficientes para la construcción de un nuevo templo tras la ruina del anterior. Durante casi dos décadas se sucedieron las disputas entre estos dos personajes, donde el obispo decía que la iglesia estaba destrozada y era obligación sólo del Marqués el reedificarla. Este alegaba que ni las reparaciones eran de su competencia ni el templo estaba en malas condiciones. Por lo que en 1621 el pueblo de Serón, harto de las interminables disputas entre el obispado y el señor territorial, decidieron personarse en el pleito para decir que: "Está caída y asolada y esta villa no tiene Iglesia ninguna donde se celebren los oficios divinos" Estos conflictos se vieron zanjados en 1622 en que el alto tribunal dicta sentencia, obligando a que todos los interesados en los diezmos contribuyeran a la construcción de la iglesia, incluyendo al obispado y al cabildo. Por lo que se comisionaba al alcalde de Guadix, Don Cristóbal de Teruel para que se trasladara a la villa de Serón y realizara los embargos que correspondiera, y ordenara la traza y construcción de dicha iglesia. Todo esto dió lugar a que un año después el citado alcalde llegara a Serón y poniéndose todas las autoridades a su disposición, empezaran por trazar la planta. Se presentaron dos proyectos, uno de Alonso Medina, natural de Baza, y otro de Gabriel Campos, vecino de Granada, por lo que se tomó la decisión de que desarrollaran un proyecto común lo que hicieron sólo dos días más tarde, presentando una traza que tomaba de base la de Alonso de Medina. El otro problema que se había de resolver era el del emplazamiento en que se había de situar el nuevo edificio, y los materiales para su construcción, pro lo que Cristóbal Terual, acompañado por los arquitectos, autoridades y vecinos, emprendieron una visita por el pueblo, lo que dió lugar a un auto del citado Cristóbal fechado el día 11-12-1623 que decía: "Fue al sytio donde esta la yglesia antigua desta villa, questa toda caída y descubierta por lo alto y estando en ella su merced pregunto sy se a de hacer la fabrica de la yglesia nueba en aquel mesmo sytio con mas comodidad y todos los dichos beneficiado, gobernador, alcaldes y regidor y otros dixeron que en este sytio donde esta la iglesia bieja se ha de hacer la nueva porque no ay otros mas a propósito en toda esta villa donde se puede hacer y para beneficio de la obra conbiene se haga en este sytio por aver en el un pozo de donde se puede sacar toda el agua necesaria para la dicha obra, que esta a pie de ella". Continuaba argumentando que si se edificaba en otro lugar, se habría de comprar y derribar muchas casas, lo cual se evitaba usando el solar de la vieja iglesia. Con este dictamen, realizado bajo juramentos de rigor, quedó totalmente zanjada la cuestión. De la misma manera fueron consultados sobre el material que se habría de emplear. Los maestros albañiles estuvieron de acuerdo que lo mejor sería: "caxones de mampostería de piedra tosca y mezcla de cal y arena con sus rafas y esquinas de ladrillo". La obra fué tasada en 11.200 ducados y se fijó un plazo de seis años para su conclusión, por lo que sólo faltaba adjudicarla entre los distintos maestros albañiles que había en la zona. Varios de ellos realizaron posturas que eran pregonadas para que fueran conocidas por los interesados, la última la realizó Miguel Mazo que se comprometía a realizar la obra en 9.500 ducados. Por esto, Cristóbal de Teruel dictó un acto para que se convocara a todos los interesados a las tres de la tarde del día 17 de diciembre de 1623 y se le sinformara de antemano de la última postura por si había alguien más dispuesto a rebajar dicha cantidad. Se reunieron en la plaza el gobernador, los mayordomos del marqués y del obispo, y demás autoridades, junto a todos los maestros albañiles interesados, así como los vecinos que se congregaron a la voz del pregonero. Todos se concentraron en torno a Cristóbal de Teruel. Serón carecía de reloj a través del cual se pudiera controlar el tiempo por lo que se dictó un auto para que fuera una vela o "candelilla" la que, colocada a la vista de todos, marcara el tiempo que duraría la subasta desde su encendido hasta que se consumiera en su totalidad. Encendida la citada candelilla se procedió a la subasta, pero nadie hacía una propuesta mas baja que la de Miguel Mazo, por lo que se empezó a llamar uno a uno a todos los maestros albañiles, llegando a tal punto que con la candelilla consumida y tras comprobar que ninguno de los presentes tenía interés en hacer rebaja en dicha obra, se dictó auto para que Miguel Mazo, vecino de la villa de Tíjola, presentara las fianzas necesarias. El proyecto de la obra se debe básicamente a técnicos llegados de la comarca de Baza, a la que siempre han estado ligadas las tierras del Alto Almanzora. La ejecución material de la obra fue el resultado del trabajo de artesanos de la propia comarca, por lo que el templo es el testimonio evidente de la extraordinaria calidad que alcanzó el trabajo de la artesanía y arquitectura de la zona. Todo esto dió lugar a su consagración en 1633 por el vicario de Serón, Tomás Marín, fecha que también cabe relacionar con la aprobación de los estatutos de la cofradía del Entierro de Cristo, del la que formaron parte varios artesanos que habían trabajado en la construcción de la iglesia. En los siglos VXII y XIX se hicieron varias reparaciones. En una de ellas se le añadió una capilla bautismal en su ángulo inferior izquierdo. Durante la guerra civil, el templo fué objeto de expolio, destruyendo su imaginería, ornamentación y retablos, así como el órgano y el archivo parroquial, aunque por fortuna el edificio no sufrió daños irreparables, salvo la torre. Tras la guerra se repuso su ornamentación, órgano y retablo, así como la torre a la cual se le añadió un cuerpo, proporcionándole una esbeltez y volumetría distinta a la que tenía en origen; otras obras permitieron renovar la solería sin el cuidado necesario por lo que desaparecieron varias lápidas. Sólo se conserva una del siglo XVII en la puerta de acceso de la sacristía al revellín. Por aquellas fechas se decoró el templo con una pintura neobarroca. Después de declararla monumento histórico-artístico se inician nuevas obras de restauración según proyecto de los aquitectos María Dolores González y José Andrés García, en 1992.
Antonio Gil Albarracín.